Mapas de Elliot Scott

Nuestro planeta Tierra no ha sido siempre como es ahora, ha cambiado su fisonomía geológica varias veces. Si nosotros examinamos los cuatro mapas de Elliott Scott veremos que la Tierra, hace un millón de años, era completamente diferente. Esos cuatro mapas geográficos merecen ser tenidos en consideración. Se parecen a cuatro mapas que existieron y que todavía siguen existiendo en algunas criptas subterráneas del Asia Central. Tales mapas son desconocidos para los sabihondos de la ciencia materialista. Se guardan secretamente con el propósito de conservarlos intactos, pues bien sabemos que los señores de la falsa ciencia están siempre dispuestos a alterar todo con tal de justificar sus tan cacareadas teorías.

El primero de esos mapas de Elliott Scott llama mucho la atención, resulta interesantísimo. En él se ve lo que era el mundo hace unos ochocientos mil años antes de Jesucristo. Entonces la región de los braquicéfalos de la tan cacareada antropología ultramoderna no existía.

Desde el estrecho de Bering, pasando por Siberia y Europa hasta Francia y Alemania, lo único que había era agua. No había surgido propiamente dicho la Siberia y la Europa de entre el fondo de los océanos.

Del África no existía sino la parte oriental, porque el Oeste y el Sur de aquel continente estaba sumergido entre las olas embravecidas del océano. Aquel pequeño continente que entonces existiera en el África Oriental era conocido con el nombre de Grabonci.

La América del Sur estaba hundida entre las aguas del océano, no había surgido a la existencia. Estados Unidos, Canadá, Alaska, todo eso estaba sumergido entre el océano y sin embargo ¡México existía!

Parece increíble que ochocientos mil años a. de Jesucristo ya existía México. Cuando todavía Europa no existía ¡México existía! Cuando Suramérica no había salido de entre el fondo del océano ¡México existía!

Esto nos invita a comprender que entre las entrañas de esta tierra sagrada de México, tan arcaica como el mundo, existen tesoros arqueológicos y esotéricos extraordinarios que todavía no han sido descubiertos por la pala de los arqueólogos.

La Lemuria fue por aquella época un gigantesco continente que se extendía por el Pacífico, que cubría toda esa área de la Australia, de la Oceanía, el Indico, tan gigantesco, y que se proyectaba por todo el Pacífico hasta esos lugares donde más tarde brotó Suramérica. Vean Uds. ¡cuán gigantesca era la Lemuria, cuán enorme!

La fisonomía del globo terráqueo era pues completamente distinta hace unos ochocientos mil años a. de Jesús el Cristo. La capital de la Atlántida era Toyan, la ciudad de las siete puertas de oro macizo.

Dirán los antropólogos materialistas, que no ven más allá de sus narices, que en qué nos basaremos nosotros para poder hablar sobre la gran capital. Quiero decirles a esos señores que tanto han hecho por quitarle a la humanidad sus Valores Eternos y precipitarla por el camino de la involución, que tenemos datos exactos para poder hablar sobre Lemuria, que hay mapas que se conservan muy en secreto en algunas criptas subterráneas, que indican donde estaba Toyan, la capital de la Atlántida.

Así pues, que si hablamos, lo hacemos con pleno conocimiento de causa. Si citamos a la Lemuria y a la Atlántida, es porque fueron continentes que realmente tuvieron existencia real. Que bien sabemos nosotros que hasta el mismo Darwin aceptó la existencia de la Lemuria.

Toyan estaba situada en un ángulo, en el suroeste de aquel gran país, frente a la costa sudoeste o suroeste de una franja de tierra que se extendía claramente hasta el Loira, y el Mediterráneo, y este de África, y por último llegaba hasta el sur de Asia, que ya existía. La Atlántida en sí se proyectaba desde el Brasil hasta las Azores, eso está completamente comprobado, y desde Nueva Escocia, directamente por todo el océano Atlántico.

Así que en realidad de verdad la Atlántida cubría en su totalidad el océano que lleva su nombre. Era un gran país. Imaginen por un momento ustedes a la Atlántida proyectándose hasta las Azores, hasta Nueva Escocia y descendiendo hasta donde hoy es Brasil. ¡Cuán enorme continente era! Se extendía de Sur a Norte, era grandioso. Se hundió a través de incesantes terremotos. Varias catástrofes fueron necesarias para que la Atlántida desapareciera definitivamente.

Así que, en realidad de verdad, el escenario del mundo ha venido cambiando, la fisonomía de este globo terrestre no ha sido siempre la misma y en ella se han desenvuelto distintas razas humanas.

Pero antes que todo, es urgente revisar los distintos cambios geológicos por los cuales ha pasado la Tierra. Comprendemos que cada raza ha tenido un escenario, que necesitamos conocer el ambiente, el clima, las condiciones en que ha tenido que vivir y esto es indispensable.

Nosotros necesitamos en verdad estudiar cuidadosamente la fisonomía del mundo en los tiempos antiguos, los distintos cambios geológicos por los cuales la Tierra ha pasado. Sólo así podremos formarnos un concepto claro, preciso sobre el origen del hombre, de sus diversas culturas, de sus distintos procesos evolutivos e involutivos. Mas si desgraciadamente nosotros quedáramos completamente embotellados en todos los prejuicios contemporáneos, no lograríamos en verdad conocer nada sobre la Geología y mucho menos sobre los procesos de evolución y desarrollo de la raza humana.

Es necesario inquirir, investigar, analizar un poco… Hay muchos enigmas sobre la faz de la Tierra que son desconocidos por la ciencia oficial. ¿Cómo es posible que el Ictiosauro o Monosaurio, que perteneció a épocas como las del Plioceno, siga existiendo en pleno siglo XX dentro de las grandes profundidades del Pacífico? Son enigmas que hasta ahora la ciencia materialista en realidad de verdad no ha podido descifrar, ni comprender.

A través de estas pláticas tenemos nosotros que ir conociendo los distintos escenarios del mundo. Tendremos que echar luz en las tinieblas. Una vez que hayamos puesto los fundamentos científicos de la antropología gnóstica, entonces revisaremos las antiguas culturas. Es indispensable saber cómo fue que surgieron los pelasgos en Europa. Es necesario conocer las culturas arcaicas. Es urgente saber algo de la civilización de los hiperbóreos, etc.

Cuando se dice que las culturas de América vinieron a través del estrecho de Bering desde el continente asiático, se está aseverando una espantosa falsedad, porque los mapas antiguos demuestran que el estrecho de Bering, la Siberia, el Canadá y los Estados Unidos ¡no existían!.

Hace ochocientos mil años México tenía una población solemne, maravillosa, separada del estrecho de Bering por los grandes océanos. Así que la ciencia materialista está hablando de lo que no ha visto, de lo que no le consta. Nosotros estamos hablando sobre la base de mapas como los de Elliot Scott y en otros similares que se encuentran en las criptas subterráneas de la cordillera del Himalaya, en el Asia Central.

Los que aseveran que la raza humana llegó a América a través del estrecho de Bering, están demostrando una gran ignorancia, un desconocimiento total de las antiguas cartas geográficas. Con esa clase de aseveraciones los antropólogos materialistas están engañando a la opinión pública y abusan de la inteligencia de los lectores…

(Texto extraído de la séptima cátedra del libro Antropología Gnóstica de Samael Aun Weor)

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