Antropología Gnóstica

La Antropología gnóstica es una Antropología psicoanalítica. Por medio del psicoanálisis podemos extraer de cada pieza, nicho, pirámide, tumba, etc., los principios psicológicos contenidos en estas piezas.

Ha llegado la hora de comprender que en todos los países del mundo palpita la Sabiduría Oculta; ha llegado la hora de saber que bajo las pirámides de Egipto floreció la sabiduría de los Hierofantes; ha llegado el momento de saber que en las pirámides de Teotihuacán se oye todavía sonar el Verbo de los antiguos Maestros de Anahuac.

Dios Egipcio: Thoth En nombre de la verdad, debemos decir que la Sabiduría cósmica corre y palpita en todo lo que es, en todo lo que ha sido, en todo lo que será…En el correr de los tiempos, varios Hierofantes del Conocimiento han brillado en la noche profunda de todas las edades; ya Hermes Trismegisto (el tres veces grande), grabando su sabiduría en la Tabla de Esmeralda; ya los grandes sabios de la Grecia antigua, enseñando a las multitudes los Misterios de Eleusis; ya los Hierofantes de Asiria y Persia; ya los Sacerdotes Incas que brillaban como soles resplandecientes en el Alto Cuzco (Perú); ya la sabiduría soberana de los grandes Sacerdotes del Anahuac; ya el arte magistral de nuestros artistas toltecas de la lejana Tule …¡Sí!, aquí y allá, y en todas partes, resplandece la Sabiduría de todos los tiempos, la Sabiduría Oculta.

Existe una gran diferencia entre la Antropología puramente profana y la Antropología gnóstica. La Antropología puramente profana, por medio de asociaciones de tipo intelectivo, saca conclusiones lógicas que pueden no estar en acuerdo con los principios esotéricos de Anahuac, o de los toltecas, o de los egipcios, etc. Pero la Sabiduría gnóstica, la Antropología gnóstica, basada en leyes precisas y sobre principios tradicionales eternos, sabe extraer de las piedras arcaicas toda la sabiduría esotérica. Así pues, debemos hacer una diferencia entre la Antropología gnóstica y la Antropología simplemente intelectual…

Son tiempos de confusión, la Humanidad se encuentra en estado caótico, hay crisis mundial y bancarrota de todos los principios morales; las gentes se han lanzado a la guerra: unos contra otros y todos contra todos. En este momento de confusión mundial y de bancarrota de todos los aforismos y principios herméticos, no nos queda más remedio que profundizar en la Sabiduría del pasado, de extraer de los numerosos manuscritos antiguos la orientación precisa para guiarnos en el momento presente; beber de la fuente tradicional de la augusta Sabiduría de la Naturaleza, buscar las primeras vías de la Sabiduría cósmica.

Ha llegado el momento en que tenemos que reemprender el estudio de los libros clásicos, pero con una mirada aguda, sabiendo extraer de  «la letra que mata«, el «espíritu que da la vida«. El hombre, en sí mismo, es un misterio. Los Antiguos decían: «Nosce te ipsum» (Conócete a ti mismo). Ha llegado la hora de hacer investigaciones de fondo, de salir al encuentro de nuestro propio destino, de ahondar en las profundidades de sí mismos.

Vaso Sumerio con Caduceo A través de diversos estudios antropológicos y psicológicos, llegamos a la conclusión lógica de que el «animal intelectual», equivocadamente llamado hombre, en realidad no es el Hombre. Es preciso que hagamos una total diferenciación entre el «mamífero intelectual» y el Hombre. Incuestionablemente, si colocamos a un Hombre frente a un «animal intelectual» veremos que físicamente se parecen, pero si los observamos psicológicamente, podremos notar cuán diferentes son. Ha llegado la hora de que el Hombre nazca en nosotros mismos, aquí y ahora. Existen fuentes tradicionales de conocimiento que nos indican con exactitud, cuál es el camino que lleva al advenimiento del Hombre. Ante todo es necesario que exista un verdadero amor por la Sabiduría; ante todo es necesario que haya disponibilidad para el Hombre.

La Antropología esotérica gnóstica dice que, en estos tiempos presentes, el Sol está haciendo un gran «experimento» en el tubo de ensayo de la Naturaleza. El Sol quiere crear Hombres.

Antiguas tradiciones que se pierden en la noche profunda de los tiempos cuentan que durante la época de Abraham hubo una buena cantidad de creaciones humanas. En la época del cristianismo, durante los ocho primeros siglos, también hubo una buena cantidad de creaciones humanas. En la Edad Media se lograron algunas creaciones más… En estos momentos, dicen las viejas tradiciones, el Sol está haciendo un último esfuerzo para crear el Hombre… El Sol ha depositado en las glándulas sexuales de cada ser vivo los gérmenes para el Hombre.

Estela maya Cotzumalhuapa Ahora nos toca a nosotros cooperar con el Sol para que nazca el Hombre en nuestro interior, aquí y ahora. La creación del Hombre es un problema de los más difíciles; se necesita cooperar con el Sol para que nazca el Hombre. Si no colaboramos con el Sol, el Hombre no podrá nacer dentro de nosotros. Es, pues, urgente colaborar con el Sol para que el Hombre nazca en nosotros. La «semilla» para el Hombre está en nuestro interior; colaboremos con el Sol y esta «semilla» germinará.Los millones de seres humanos que habitan en la superficie de la Tierra no son todos Hombres; pero la semilla para el Hombre está escondida en las glándulas endocrinas sexuales de los «animales intelectuales», equivocadamente llamados Hombres. Así como la mariposa se forma en el interior de la oruga, del mismo modo, en el interior del «animal intelectual», el Hombre puede igualmente germinar.

No es por medio de la evolución que el Hombre puede nacer en nosotros; es a través de la Revolución de la Conciencia. Aquellos que predican el «dogma de la evolución» como base de la auto-realización íntima, están totalmente equivocados. Solamente a través de la Revolución de la Conciencia el Hombre puede nacer en el interior de cada uno de nosotros.

Federico Nietzsche habló del Superhombre. Pero Federico Nietzsche olvidó que antes de que el Superhombre resplandezca sobre la faz de la Tierra, tiene que nacer el Hombre.

Los antiguos sabios de Anahuac decían: «Los Dioses crearon a los hombres de madera y después los fusionaron con la Divinidad». Después, el Códice añade: «No todos los hombres consiguen fusionarse con la Divinidad».

Evidentemente, el Hombre, primero tiene que nacer por medio de la creación de los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser; después se integra con la Divinidad. Cuando se integra con la Divinidad, nace el Superhombre.

El Superhombre resplandece en la noche de los siglos, brilla sobre la cima majestuosa del Calvario, asombra a las gentes del Monte Nebo, hace temblar las Pirámides cuando escuchan su palabra, resuena maravillosamente en las cátedras de Pitágoras, vibra extraordinariamente encima de las Pirámides de Egipto y del Yucatán, hace resplandecer como un sol el Alto Cuzco del Perú.

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